Dos mesas de café separadas por 40 centimetros.
Dos personas, a años luz de distancia.
Ambos mirando hacia la misma dirección y nunca pudieron voltear la cabeza y verse.
El escribía en una servilleta.
Ella leía un libro.
Se veían tensos, esperando que algo sucediera.
Tal vez podrían haberse consolado, ayudado, escuchado.
Pero nada pasó.
Otra historia que no fue.
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